viernes, 21 de junio de 2013

DIA DE LA BANDERA - ROSARIO - HISTÓRICO DISCURSO DE CRISTINA


Muchas gracias, muchas gracias a todos y a todas:
Señor Vicegobernador de la provincia de Santa Fe en ejercicio del Poder Ejecutivo; señora Intendenta de la ciudad de Rosario; a mis queridos jóvenes y a excombatientes de Malvinas, fueron ustedes, combatientes de Malvinas hace ya unos cuantos años igual que estos chicos que hoy agitan sus banderas, los que debieron ir a defender esa bandera que Belgrano recién nos mostraba de la bandera de los enemigos.
La verdad que me encuentro muy feliz de estar en Rosario, en este renovado homenaje a la Bandera Nacional, donde vemos el Monumento Nacional a la Bandera orgullo de todos los argentinos, frente a nuestro río en un día de sol maravilloso.
Yo la escuchaba recién atentamente a la señora Intendenta enumerar todos los logros de la ciudad. Y recordaba también cuando venía en el helicóptero, no de ahora, sino cuando lo acompañé por primera vez a él como presidente de la Nación a Rosario. También recordaba que, cuando aterrizábamos en el aeropuerto de Rosario y tomábamos el helicóptero y veníamos atravesando todo Rosario, divisábamos claramente, ya desde la salida de Rosario, solo, erguido el Monumento a la Bandera, era lo más alto y lo primero que uno veía cuando venía en helicóptero.
Diez años después que vengo, el Monumento prácticamente no se ve porque está ocultado por la infinidad de edificios maravillosos que se han levantado y que son el producto -usted no podrán desconocerlo- de un modelo económico, político, nacional. Porque…¿sabe qué pasa? No he venido a hacer campaña, por favor, pero bueno quiero explicarles también a los santafesinos, a los rosarinos y a los argentinos, que esa magnífica formulación de edificios que ha significado además que mucha gente ha ganado mucho dinero, que ha podido permitir dar trabajo a miles y miles de trabajadores de la construcción, de vendedores de materiales, de plomeros, de gasistas, de albañiles, de pintores, son producto de un modelo nacional, de un proyecto nacional.
Entonces creo que, si nos damos cuenta de eso, creo que si nos damos cuenta de eso y articulamos inteligentemente el esfuerzo nacional, provincial y municipal podemos potenciar aún más -es increíble los invito- yo sé que muy poca gente puede andar en helicóptero, pero algunos de los que han tenido o han hecho grandes fortunas tienen también helicópteros y pueden hacerlo.
Miren, no se ve el Monumento a la Bandera; desde que uno sale el río está cubierto de edificios modernísimos altísimos, lujosos, hermosos. ¿Y saben qué? Me encanta, me da mucha alegría que tanta gente haya podido progresar en estos años. Y que Rosario, aquella Rosario que algún medio de comunicación quiso mostrar en algún momento con falsedades, que la gente vivía de animales, hoy es una ciudad pujante, maravillosa que crece todos los días.
Yo vengo hoy a recordar acá junto a todos los argentinos, a ese gran hombre, a ese gran patriota que fue Manuel Belgrano, que como decía recién quien lo representaba en la ficción -en una muy buena ficción debo reconocerlo-, vio la necesidad de crear una bandera para identificar al pueblo argentino frente a los que eran sus enemigos. La necesidad de los símbolos como identidad nacional.
Contaba que pidió permiso al Triunvirato y el Triunvirato no le contestó. Es que desde Buenos Aires, desde ese modelo centralista, nunca contestaban las demandas populares y las necesidades del pueblo. Era necesario, precisamente. construir un modelo nacional, popular, federal, de reconstrucción nacional; ese Belgrano que tantas veces fue atacado, ignorado en aquellos tiempos contemporáneos. Hoy es un héroe, pero en aquel momento algunos lo tachaban de loco, de loco cuando decidió fundar la bandera y no le contestaron; cuando también le ordenaron, ante derrotas en Bolivia y en el Alto Perú, retirarse a Buenos Aires y donde él, que era un político que se hizo militar, pero era un político incorrecto afortunadamente, decidió desobedecer las órdenes y presentar batalla en Salta y Tucumán.
Si no hubiera sido por la desobediencia, si no hubiera sido por la valentía y el coraje para oponerse a lo que el establishment de la época le imponía, hoy tal vez estaríamos todavía con el yugo colonial y San Martín jamás hubiera podido cruzar los Andes para liberar a pueblos hermanos. La historia hay que contarla completa para entenderla. Hay que contarla completa, porque sino, corremos el riesgo de cometer nuevamente errores.
Y ustedes me dirán por qué hablamos de cometer errores. Y porque cualquiera tiene derecho a preguntarse, bueno, si hubo malos gobiernos los errores fueron de esos gobiernos. Podemos decirlo eso en tiempos de dictadura, en tiempos donde los argentinos no teníamos el derecho a votar y nos imponían el yugo de las dictaduras. Pero cuando los argentinos podemos votar y elegir libremente, al menos dos de nuestros poderes, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, por ahora, no sea cosa que en algún momento venga una cautelar y no nos dejen votar presidente o legisladores. No sería extraño que nos dicten alguna cautelar y nos impidan votar legisladores o presidente. Si el presidente o los legisladores no son convenientes, pueden que lo hagan.
Por eso decía entonces que es necesario hacernos cargo también todos los argentinos de los distintos estamentos, dirigentes políticos, militantes, el ciudadano de a pie también. En democracia cuando hay la posibilidad de ejercer libremente el voto, la responsabilidad también de los gobiernos que tenemos es de cada uno de los 40 millones de argentinos.
Esto es importante porque es el ejercicio puro y profundo de la democracia, esta democracia que tanto nos costó construir y conseguir, pero que mucho más nos costó y nos va a costar profundizar. Porque sabemos que el acto de la democracia no es solamente el acto de votar. Es lo que viene después también. Es la posibilidad de legitimar a través de la acción de gobierno que se está gobernando realmente para todos los argentinos pero, por sobre todas las cosas, para aquellos sectores más vulnerables, para los que más necesitan y además en defensa de los intereses nacionales.
Y yo cuando venía para aquí me preguntaba…qué similitud…a mí me gusta mucho, saben qué, me gusta mucho la historia, primero porque me gusta y segundo porque creo que de ella se pueden aprender muchas cosas. Nunca se repite la historia, nunca la historia es igual, pero tiene enseñanzas y tiene resultados que uno puede asimilar y, fundamentalmente, aplicar a nuestra realidad cotidiana.
Y me preguntaba: ¿cuáles son los enemigos que enfrentó Belgrano? Eran potencias coloniales, grandes potencias que en aquel momento del desarrollo histórico mundial, lo hacía a través de un colonialismo que se practicaba fundamentalmente en el plano territorial, en el plano militar, en el plano de dominación estrictamente colonial con gobiernos impuestos desde las grandes metrópolis.
¿Y qué similitud tenemos entonces de aquellos gobiernos impuestos por las grandes metrópolis que se llevaban de aquí todo para el gran mundo desarrollado con este mundo contemporáneo? ¿Con qué enfrentaron Mariano Moreno, Belgrano, Castelli, Monteagudo? Primero, se hicieron militares, pero fundamentalmente con las ideas, con las ideas de desarrollar una independencia que no solamente era territorial, sino que además era económica, social y cultural.
Y digo hoy que hemos vivido los argentinos tantos momentos tan difíciles, ¿cuál es el modelo de dominio que se quiere tener sobre los países? Ya no es necesario mandar ejércitos, ya no es necesario poner gobiernos. En los países se encuentran dirigentes que se les…sin ningún tipo de problema y gobiernan en nombre de esos intereses traicionando los intereses del pueblo y de la patria.
Nos ha pasado, no quiero ser fiscal de nadie, algunos tal vez porque estaban convencidos de que ese era el modelo a seguir, porque estaban convencidos que los argentinos no valíamos la pena, no teníamos las suficientes capacidades o inteligencias. Yo me inclino porque ellos no tenían el suficiente coraje o valentía para hacer las cosas que tenían que hacer. Pero bueno, son visiones discutibles y opinables, como todas las visiones que uno tiene acerca de los grandes hechos históricos.
Lo que no es subjetivo, lo que es absolutamente objetivo, lo que es absolutamente cuantificable, lo que es absolutamente palpable y muchos en el cuero propio, fue el resultado de esas políticas de endeudamiento, de hambre, de falta de trabajo, de gente que se iba del país, de científicos que no tenían oportunidades y abandonaban la República Argentina, de universidades en la miseria, con profesores que ganaban dos mangos y con que nadie podía ingresar a la universidad porque no tenían ni para pagar el colectivo siquiera y entonces la universidad gratuita se transformaba solamente en un mito constitucional o en letra muerta de la Constitución.
¿Quiénes son hoy esos? Son los que desde los tribunales del exterior pretenden que le paguemos por afuera de lo que ordenamos en la reestructuración de la deuda y encuentran también aliados internos. Basta leer algunos diarios, basta escuchar algunas voces para darse cuenta que los personajes pueden cambiar, pero las metodologías y fundamentalmente aquellos que tienen colonizada la mente no cambian a través de los tiempos. Algunos simplemente por una cuestión cultural, algunos simplemente porque quieren diferenciarse de lo que parece demasiado nacional y popular, porque es un poco oscura la piel o porque los trabajadores o los obreros o porque algunas cosas, sin darse cuenta creo humildemente, que esa clase media potente argentina nació precisamente porque pudo haber fábricas y obreros que generaran hijos para la clase media y que después los obreros que venían atrás contrataran los servicios de esos profesionales y de esa clase media.
Por eso es importante la historia, por eso es importante recordar, y esas son las luchas y las batallas contemporáneas, de un mundo también decadente que se está cayendo.
Fíjense ustedes, a diferencia de nuestro país, de nuestra historia, cuando las monarquías parecía que caían bajo el yugo napoleónico en 1815 volvieron a restaurarse y prácticamente gobernaron por todo lo que seguía del siglo XIX, casi hasta la Primera Guerra Mundial.
Acá, no digo suerte, porque la verdad que al mundo le vaya mal no es ninguna suerte, pero a lo que le está yendo mal, es al modelo que impusieron aquí durante algún tiempo o que todavía algunos siguen añorando.
Claro que también es cierto que algunos pueden añorarlo porque en aquel tiempo se conseguía mano de obra barata para todo y para cualquier cosa en la República Argentina. Y hoy ya no, porque hay una dignidad a través del trabajo, de la Asignación Universal por Hijo, de la asignación por el embarazo, del Plan PRO.CRE.AR también, que permite que nuestras clases medias puedan acceder a la vivienda y los planes federales. Les resulta más difícil.
Ni qué hablar de los juicios de lesa humanidad con alguna gente comprometida, no solamente, porque hasta en eso también hubo simplificación, reduccionismo y yo creo que ocultamiento adrede para que únicamente aparecieran como responsables de lo que había pasado los uniformados. Pero atrás de los uniformados, estaban los que los empujaron para que pasaran las cosas que pasaron en el país y fueron los que estaban atrás los que se quedaron con todo lo económico, no los uniformados. Eso también hay que decirlo con todas las letras.
Veo de aquí pañuelos blancos y de HIJOS, 35 años esperando justicia. Gracias a nadie, ustedes se lo ganaron con la lucha inclaudicable, pidiendo siempre justicia y aplicación de la ley y la Constitución.
Por eso, al recordar a Belgrano hay que recordarlo contextualizado también en nuestra época. Y yo les pregunto: si Manuel Belgrano viviera, si hoy estuviera aquí con nosotros, ¿con quién creen que estaría Manuel Belgrano? ¿A quién apoyaría Manuel Belgrano? Ese hombre de la industria nacional, ese hombre que hablaba del comercio, ese hombre que hablaba de los pueblos originarios. Hay que hacerse esa pregunta y les puedo asegurar que no te equivocas.
Yo siempre digo, cuando veo a las Madres, a las Abuelas, a los HIJOS, junto a nosotros, cuando voy a visitar una fábrica y veo a los trabajadores, jóvenes en su gran mayoría, tal vez muchos en su primer trabajo junto a nosotros, cuando voy a las universidades a inaugurar las nuevas universidades, más de 9 universidades inauguradas y refaccionadas muchas de ellas…hoy hay 48 universidades, no hay una sola universidad que no haya tenido inversión en infraestructura, cuando veo los salarios de los docentes, de los no docentes, cuando veo el aumento de la matrícula estudiantil, cuando vine hace poco a Rosario, bah, no hace tan poco, hará ya más de un año y pico, a inaugurar ese laboratorio que no me acuerdo el nombre pero era muy moderno y me contaban –IBR, acá me dice el Chivo- y me acuerdo, tal vez esté acá entre la gente, uno de los científicos del CONICET me decía “sabe, doctora, cuando llovía teníamos que investigar y trabajar poniéndonos las botas porque se inundaba el sótano donde teníamos todos los materiales y las maquinarias y teníamos que ponernos botas como si estuviéramos en medio de la lluvia del campo y ahora mire el laboratorio que tenemos”.
Hemos inaugurado infinidad de obras, de facultades, de laboratorios, han retornado ya 1.000 científicos al país y queremos seguir trabajando para que otros argentinos vuelvan a encontrar en su patria la posibilidad de ser.
Todas estas libertades que hemos conquistado, porque el trabajo es libertad, tener trabajo es tener libertad; tener salario digno, es tener libertad; tener educación, es tener libertad; tener la posibilidad de que tu hijo vaya a la escuela, bien vestido, bien comido, bien dormido, es libertad también. Esa es la verdadera libertad. Por esa pelearon Moreno, Belgrano, San Martín, Rosas, Yrigoyen,  Perón, tantos argentinos, Eva, nuestra inolvidable, que ya no nos pertenece, es de todos los argentinos. Y todavía nos falta conquistar más libertades, todavía nos quedan vergüenzas, todavía tenemos cosas que lograr, sobre todo, desde aquí, de Santa Fe.
Creo que todos saben que ayer estuve también ante otro hecho histórico. Yo soy una agradecida a Dios y a la vida. Ayer me tocó presidir el homenaje, el cumpleaños de los 400 años de la Universidad Nacional de Córdoba donde se forjó la reforma de 1918, verdadero hito en la historia, no solamente argentina, sino Latinoamericana.
Y si alguno me escuchó, me habrán escuchado leer algunas de las páginas del manifiesto del 18, de esos estudiantes, de esa juventud maravillosa que peleaba por el derecho a la libre cátedra, opinar, a la libertad, en contra de los cenáculos, de las aristocracias y las castas, lucha que comenzó allí y que luego se expandió como una chispa en la pradera. También llegó a mi vieja y querida Universidad Nacional de La Plata.
Yo leí anoche una parte de ese manifiesto y después, cuando volvía en el avión, seguí leyendo otras partes que no había leído en el acto, pero que me parece que es pertinente que recordemos.
Esto sucedió en 1918: un joven Deodoro Roca fue el que lo hizo y fueron varios los que lo firmaron, pero él fue el redactor. Siempre hay uno que escribe, es así en todas partes, después los demás leen, corrigen, agregan, pero siempre hay uno que escribe.
Y fíjense, quiero leerles tres o cuatro frases que no leí ayer. Escuchen atentamente por favor y luego les voy a proponer un cambio, como una suerte de juego. Decía Deodoro Roca: “Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil –senil de viejo-“. Decía también: “Nuestro régimen universitario, aún el más reciente, es anacrónico, está fundado sobre una especie de derecho divino, el derecho divino del profesorado universitario”. Fíjense. “Ahora advertimos que la reciente reforma, sinceramente liberal, aportada a la Universidad de Córdoba por el doctor José Matienzo, no ha inaugurado una democracia universitaria, ha sancionado el predominio de una casta de profesores”.
Claro, uno ve las universidades modernas, uno ve las universidades de hoy, con libertad, con participación y dice “¿Pero esto pasaba en el 18?”. Sí, esto pasaba en 1918 en las universidades argentinas que hoy son ejemplo de democracia.
Y miren esta última frase y no quiero molestarlos más: “No se reformaban ni planes ni reglamentos –decía Deodoro Roca-  por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su emplea. La consigna de ‘hoy para ti, mañana para mí’ corría de boca en boca y asumía la preeminencia de estatuto universitario”.
Yo les propongo…el juego es claro: saquen profesores universitarios, saquen universidades o sistema universitario, pongan algún poder que es el tercer poder después del Poder Ejecutivo y en lugar de profesores, jueces, y la verdad que Deodoro Roca merecería estar acá hoy junto a nosotros.
¿Con quién creen que estaría? Que estaría con Belgrano, con San Martín, con Yrigoyen, con nosotros también. ¿Saben por qué? Porque no hay nada más importante que una sociedad democrática, pero una sociedad democrática en serio, donde la ley es pareja para todos, donde la igualdad, consagrada por la Constitución no es letra muerta, sino que da lo mismo llamarse Pérez que algún apellido ilustre. Pero todos sabemos que todavía, por lo menos, en algún sector de las instituciones, esto no es así.
Y llegaba aquí también y leía un diario, una contratapa de un diario de la Capital, que también se edita aquí en Rosario, con el nombre especial de la ciudad de Rosario, un gran escritor, un escritor que muchas veces no está de acuerdo con nosotros y es bueno que así sea porque ayuda a tener mejores ideas y a contradecir las propias y pensar que a lo mejor tiene razón. Y la verdad que este escritor, que no es abogado, este escritor que no es académico nombrado por la Academia del Derecho, que es simplemente un observador crítico, un observar yo diría que imparcial porque tiene posturas muy independientes, decía que ha aparecido en la República Argentina, contrariando a todo el sistema constitucional argentino, un derecho de veto que solamente en la Constitución le reconoce al Poder Ejecutivo y que hoy ya se ha trasladado al Poder Judicial que veta las leyes que hacen legisladores, presidentes.
La verdad que cuando hablan de tanta reforma constitucional, que reelección, que no reelección, la verdad que en el 2015 yo quiero ser jueza. La verdad es esa: yo en el 2015 quiero ser jueza. ¿Para qué presidenta? Pero no jueza de la Corte tampoco, apenas de primera instancia, una jueza federal por ahí perdida, o nacional y correccional, para que pueda tener simplemente una lapicera, un papel, una cautelar, firmar ¡y qué me importa lo que vota la gente, qué me importan los diputados, qué me importan los senadores, qué me importa el Presidente, si voy y le tumbo todo! Esta es la verdad. Así que, ya saben, “Cristina jueza 2015”.
Porque la verdad que hay que tomarlo con humor. Pero piénsenlo bien, porque además, si sos juez, no pagas impuesto a las ganancias, no hacés declaraciones juradas, nadie te conoce, viajas cuando querés y a dónde querés sin poder explicar nada de cómo viajás, cómo tenés y dónde vivís. Las ventajas son innumerables, así que, los que estén pensando en ser legisladores, senadores, gobernadores o intendentes, les recomiendo que replanteen sus ambiciones por algo más cómodo y seguro por favor, y donde además nadie te critica porque nadie te conoce. Lo único que tenés que hacer es encontrar algún gil que sea presidente para que junte la guita que te pague los sueldos, para que te haga los edificios, para que mantenga al pueblo y para que no pase lo que pasó en el 2001. Eso es lo que hay que hacer, la verdad. Así que, bueno…
La verdad que sí, he aprendido a utilizar el humor y la alegría como el remedio más potente contra las heridas y los dolores que algunos que te infligen, o contra los daños que algunos creen que te causan, como si fueran daños a una persona y no a un sistema, como si fueran daños a un modelo democrático. ¿Porque saben qué? Es tan maravilloso querer en serio que la voluntad popular está por sobre cualquier otro poder y que el derecho a votar….Me cuesta que en este siglo XXI, en este tercer centenario de la República, estén impidiendo a los argentinos votar.
Por eso digo que más temprano que tarde, vamos a lograrlo, porque es un compromiso de democratizar a los tres poderes del Estado, no para este gobierno ni para el que viene, ni para el de ayer, es para la historia, es para todos ustedes, para que cuando sus hijos o ustedes se sienten frente a un juez sepan que ese juez está controlado también, porque ustedes votaron y por lo tanto su vida, su patrimonio y su libertad no están sujetos al antojo mediático de las grandes corporaciones o al poder de los que solamente tienen dinero y entonces pueden imponer criterios, sentencias y tantas otras cosas más.
En realidad, no es cargar las tintas sobre esto, sino también entender qué pasó. ¿Y saben qué pasó? Que nosotros, desde los propios partidos políticos, más a la derecha, más a la izquierda, más al centro, no importa, hablo de los partidos políticos, esos consagrados en el artículo 38 como los únicos representantes institucionales del pueblo. No fue una introducción que hiciéramos nosotros los peronistas, la impulsó la figura del doctor Alfonsín que quería consagrar, él era un obsesivo del sistema de partidos políticos en la República Argentina, y consagró esa representación que toda representación popular se debe canalizar a través de los partidos políticos, y lo que es más importante, el artículo número 1 de nuestra Constitución que establece desde 1853 en adelante, el sistema representativo, republicano y federal.
Y lo digo con mucha tranquilidad, con mucha serenidad, porque hemos hecho mucho, hemos hecho muchas cosas y la verdad que durante décadas no de ahora, yo creo que del año 30, o del 40 y pico o del 50 y pico cambiaban gobiernos, dictaduras, democracias, echaban presidentes, cerraban el Congreso y había un sector que siempre permanecía cristalizado y en estamento. Eso también es parte de la historia. Sería insensato y también no sería cierto, sería ingrato cargar todas las tintas sobre esta actualidad o sobre las autoridades actuales. Pero qué oportunidad se han perdido de encabezar un proceso de cambio como el que empezó Néstor Kirchner en el año 2003, qué oportunidad perdida; oportunidad perdida para la democracia y las instituciones.
Yo espero, porque siempre hay tiempo para cambiar, siempre hay tiempo para elegir, siempre hay tiempo para decidir ser un poco mejor; no el mejor, no hay nadie perfecto, no hay nadie que pueda decir yo soy el mejor, yo soy la mejor.
Ahora bajo y me vas a conocer en la vida real, pero esperá un cachito que todavía tengo que decir algunas cosas de la vida real.
Pero bueno, no quiero extenderme demasiado y decirles a todos los argentinos, a todos y a todas las argentinas, 40 millones que tengo que gobernar, que la carga es pesada y es difícil, y sé también que me la van a querer hacer todavía más difícil.
Porque cuando uno toca determinadas corporaciones, cuando uno toca determinados poderes, enseguida viene el vuelto. No importa, si mi rol en la historia es haber abierto el debate por una Justicia democrática, por una Justicia legítima y mejor en la República Argentina, estoy dispuesta a aguantar todo lo que se me venga encima, como siempre lo he hecho en la vida. No tengo miedo, no tengo temores.
Mi compromiso es con la historia, con el pueblo y, fundamentalmente, con la memoria de aquellos que dieron su vida para vivir en una Argentina mejor. Mi compromiso es con Belgrano, es con Moreno, es con San Martín, es con Rosas, con Yrigoyen, es con Perón, es con Eva, es con los más de 30 mil desaparecidos en la República Argentina, con los millones y millones de trabajadores que se quedaron sin trabajo, con los pibes que vieron fracasar a sus padres sin trabajo, es también por lograr una Justicia que de verdadera seguridad a los argentinos.
Quiero decirles también que parte de los problemas terribles de seguridad que tenemos en el país, desde el narcotráfico, desde la violencia, desde la trata, también tiene que ver con la Justicia. No hay buena seguridad sin buena justicia, y nadie mejor que ustedes en Rosario para saberlo.
Por eso, no es solamente una cuestión institucional, es la vida de nuestros pibes, es la vida de nuestros hijos, de poder salir a la calle con tranquilidad y que no haya alguien vendiéndole cualquier porquería, y que los que saben que venden cualquier porquería no hagan nada o tengan complicidades también. ¿O qué se creen que soy estúpida, que no me doy cuenta? Y esto atraviesa a todos: Fuerzas de Seguridad, Justicia.
Entonces, no se trata solamente de una disputa o una cuestión de carácter constitucional, no es una cuestión de derecho institucional. Es simplemente el derecho a tener una vida mejor por parte de los 40 millones de argentinos y por eso me voy a seguir jugando como lo hice toda mi vida.
Gracias Rosario, gracias Santa Fe. ¡Feliz Día de la Bandera! ¡Viva la Patria, viva la Patria, viva la Patria, viva Argentina!

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