El capitalismo salvaje con su globalización del mercado de capitales, no solo deja a la deriva las economías de los grandes países y otros no tan grandes; sino que genera la reacción explosiva de las sociedades oprimidas y vapuleadas por el sistema. Aún así, las soluciones buscadas son de corte paliativo y cosmético, temporales, acordes a las políticas financieras neoliberales. No solo se “tapa” una situación momentáneamente con ajustes y demás recetas de la ortoxia del Wall Street ó el FMI, sino que lanzan a prolongar los plazos para salvarse; pero sabido es que a futuro se agravará.
Cuando observamos los múltiples disturbios que están se sucediendo mundialmente y comprender la conflictiva que los origina, no podemos dejar de reparar en la participación de las juventudes que los protagonizan. La primer reacción recae sobre el actor generacional. Evidentemente estamos ante un cambio de bisagra que se canaliza y es acompañado por la tanda de las nuevas generaciones. Así vemos la explosión social que protagonizan los “indignados” europeos, llámese España o Grecia, también los estudiantes chilenos movilizados por sus reivindicaciones y los revoltosos británicos.
En nuestro país la cosa pintó diferente este aspecto generacional Aquí las políticas de Estado de Cristina Fernández en base a procesar nuestras materias primas, darle un valor agregado a nuestros productos, la reactivación industrial generando trabajo y fortaleciendo el mercado interno, no ha recibido el impacto a que están sometidos otras naciones fuera del bloque regional. Por esto, nuestra masa juvenil se movilizó también, sí, pero con otro humor, otro color de lucha, con la alegría de militar el propio proyecto nacional y popular, ese que comenzó hace ocho años; y en el que nuestras juventudes encontraron un referente conductor, un fusible disparador que los convocó a la acción y que no hay ninguna duda que se llamó Néstor Carlos Kirchner.
No hay comentarios:
Publicar un comentario