Perón decía que “a medida que carro avanza los melones se acomodan solos”. Pero este flaco loco, tan querido y amado, como lo es hasta este momento Néstor Kirchner, a pesar de ausentarse hacia otro plano de vida, empujó el carro de golpe. Acomodó muchos melones de un solo saque.
Abandonar el cuerpo físico como movida estratégica, si es que fue preconcebida, … digamos que se pasó!
De cualquier manera, la maraña de sus ideales, inquietudes, en la dinámica de toda una vida, no pudo ser “bancada” por esa esponja llamada cuerpo físico que absorbió hasta donde pudo las exigencias a que Néstor lo sometió. Desde lo personal pienso que Néstor algo de conciencia tenía de todo esto, de las limitaciones físicas; pero se hacía el distraído y seguía para adelante dejándose llevar por sus impulsos habituales de político voraz. En su testarudez, creo que el flaco ni a Cristina le hacía caso en este aspecto, el de bajar unos cambios si se le sugería. Quizás algún día por boca de ella se confirmará lo que digo, o no.
Kirchner, con su ida no solamente le dio un cachetazo a los tiempos políticos, sino, que provocó un cimbronazo que precipitó y aceleró expectativas, que en el proyecto iniciado con su primer gestión se había vuelto necesario movilizarlo en coyuntura y no a mediano y largo plazo. Quizás así lo debería haber considerado y debatido en sus pensamientos más íntimos; y ayudado su empecinamiento por sus reflejos condicionados de estratega consumado.
Néstor insistía sobre muchas cosas en sus discursos. Pero a ninguno escapa, que con más asiduidad, en el último año y casi obsesivamente había un par de mensajes que siempre sobresalieron más que otros durante sus tramos discursivos. Y en oportunidades, éstos, hasta casi como plegarias.
El primero era cuando pedía que tengamos memoria, el otro, cuando decía que hay que profundizar el modelo y ayudar a Cristina. Por el énfasis e insistencia que ponía en estos tramos puntuales de su oratoria, parecía que marcaba futuro y ajustaba los tiempos en la política aplicada al proyecto en vigencia. Es así que evaluaba como nadie los tiempos desde el cálculo racional; al que hay que sumarle el impulso impiadoso de la “corazonada”, la intuición, hija de una práctica de años de ejercitar sus ideales a base de generar políticas, en una suerte de alquimia innata que llevaba siempre a cuestas y llevaba a la práctica.
Néstor nos pedía a gritos apelar permanentemente a la memoria. En la memoria había una clave para los olvidadizos del pueblo, la lectura de la comparatividad ponía al desnudo las diferencias del escenario histórico. Apelando a la memoria podríamos dimensionar el cuadro de un proceso, que ajustado a la coyuntura de hoy nada tiene que ver con cualquier rincón cronológico vivido en décadas. Era para decirle al colectivo de la ciudadanía, y en especial a la clase media, esa “medio pelo” como decía don Arturo, aturdida más en la frivolidad cultural con que nos agració el neoliberalismo y una cronicidad de reflexión desviada, que plasmada en una conducta hermana, de convivencia nacional y de amor. “Tengan memoria”, “Recuerden”, “Dejen de lado las necedades de clase”, “No se olviden, vamos todos juntos“, “Es nuestra oportunidad“, “Ahora o nunca muchachos“, “… pero tengan memoria, por favorrr“, repetía …
A las pocas horas de su pasaje a la inmortalidad, videos, audios, filmaciones, televisión, comentarios, redes sociales y páginas virtuales, hicieron un pronto repaso de su gestión; un barrido, un relevo de acciones y las escenas comparativas con estadios de este país en décadas y años anteriores.
De esta manera, Néstor nos refrescó la memoria a todos. Esa que desde las tribunas solicitaba que tuviéramos. Sobre todo a los “olvidadizos”. Al poco tiempo de su fallecimiento el continuo relevo de documentos de todo tipo, sobre todo mediáticos, plasmó en la realidad la memoria deseada. Toda la trayectoria del proyecto iniciado con él volvió a dimensionar su obra en las mentes y corazones de la población y a agitar banderas de protagonismo político a la juventud, a las nuevas generaciones. Activaba el dínamo de la acción a las aspiraciones utópicas inconclusas de nuestra gloriosa JP en la nueva masa generacional que volvía a militar.
La otra razón de su obsesión, que la hacemos carne en nosotros también, es la profundización del modelo iniciado desde aquél 25 de mayo de 2003 y el apoyo permanente a Cristina y a su gestión de gobierno.
¿Queda alguna duda de que la partida del flaco hizo dar un salto en calidad al proceso de profundización que intentábamos llevar acabo? Lo que él pedía al conjunto de todos a gritos desde los atriles lo ejemplificó directamente con un envión insólito … el de su partida. ¿Somos tan mal pensados al pensar que todo esto lo hizo a propósito, por el amor que sentía por su pueblo, por un proyecto nacional y popular en marcha, por su generación y muy especial por la mujer de su vida? ¿Es pensar mal el decir que se inmoló sin pudor para asegurar la concreción de sus anhelos y el de todos, acelerando los tiempos y proyectando un ejemplar salto en calidad del proceso vigente?
Bastó con que el flaco nos abandonara físicamente, ese miércoles 27 de octubre por la mañana, para que se plasmen en pocas horas estos pedidos puntuales de sus discursos. Este flaco loco que quisimos todos, del que guardo con cariño algunos anécdotas personales, lo tenía todo pensado. Hasta calculó que cuando se haga un año de su partida a esferas superiores de vida, lo recordemos poniendo el voto … allá, por octubre de 2011.
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